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De puro coraje
destrocé mis ropas.
De puro coraje
me arranqué la piel a arañazos para no sentir tus caricias.
De puro coraje
me pegué golpes
con las manos, contra las paredes para no sentir tu dolor.
De puro coraje
me arranqué la lengua para no hablarte nunca más.
De puro coraje grité y desgarré mi voz, solo por puro coraje.
De puro coraje rompí cuanto hallé a mi paso.
Me arranqué los brazos para no querer abrazarte,
las piernas para no dirigirme hacia tí...
pero no tenía suficiente.
De puro coraje,
finalmente me arranqué los ojos
para no seguir llorándote.
Y por el puro coraje no pude entender
que ahora me he quedado sin nada que ofrecer.
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