un mar infinito donde todos, una vez ahogados,
podemos salir a la superficie
y respirar, a grandes bocanadas,
un aire propio y liberador.
Libre de cadenas,
¡libre!
dueño de ti mismo y de
tu propia inmensidad.
Hablar tu propio idioma...
descansar del yo cotidiano
y vivir tu propia realidad.
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