Apreté los dientes cuando me acusó
de que no sería buena madre.
Y así me empujó tan lejos de él
que tan solo pensarlo
endurece aún más el odio que
tras siglos de su ausencia,
sigue vivo y es cuanto tengo para él.
Me acusó de que no sería buena madre
y decidí ser madre soltera.
Pero la maternidad de la carne, el dolor y la sangre
no era destino para mí.
Y me quedé sin rorro al que acunar con voz suave,
pero jamás creeré que no soy madre,
porque soy mujer,
y porque amo cuanto hallo en mi camino
con necesidad de ser amado.
Ser madre no es lo único
a lo que una mujer aspira,
ni solo es esa circunstancia la que da valor a su vida
ni la convierte en mujer de verdad.