Me lo guardo todo
y aún así
tengo las manos vacías.
Vacías del tiempo que se escapa,
no es nada nuevo,
vuela lejos y se lleva el equipaje,
ese que yo creía mío,
que algún día sería mío,
dejando la maleta vacía,
esperando impasible,
seria, incluso abandonada
detrás de una puerta
que siempre se abre
en la dirección errada.
Tiempo que viajas de estación seca a
habitación embrujada,
dime,
dime si tras su puerta espera una maleta
fría de sueños,
de caricias helada.
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