domingo, 24 de marzo de 2019

Luces de ciudad












Siempre hay un acorde que sumerge en aguas tibias
siempre una carretera solitaria
abriendo la puerta a la desazón.
Caminos hacia ninguna parte
y huidas discretas
hacia lo más profundo del corazón.

Dejo horas atrás
en mi casa
y me abandono al destello
que nace de un instante secreto
y que sigue el vaivén incansable de una ola
de allí, de aquí
de donde no existe el mar.

Ya no escucho el latido de la madre
solo el ritmo que ordena su canción
y dirijo mis pasos al abismo insondable
que, una vez superado el miedo,
solo busca la comunión.

Calles desiertas albergando corazones vacíos
me conducen a mí misma
y me recuerdan rotundamente quien soy yo.





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