Atravesamos cielos siempre azules
y surcamos océanos indómitos,
pero quién nos da la garantía.
Arrasamos selvas vírgenes,
vírgenes del amor verdadero.
Magos de lo invisible nos acompañan
y nos transmiten su mensaje
envuelto en cascadas sonoras
donde la más minúscula hoja
repite incesante su canción.
Me acuna y acaricia el viento,
y mientras su sosiego me doblega
y me abandono a su placer,
la sombra amarga de lo intangible.
Quién nos ofrecerá la garantía.
Y eternamente adolescente
seguiré alimentando el amor indomable...
buscando
seguiré incansable,
pagando la culpa que contraje en otra vida.
Un te quiero venido de otro mundo
que cayó en circuito cerrado.
Venas, músculos y carnes ensangrentadas
cumpliendo su función
en jaula de huesos encerradas.
Palabras informes desubicadas.
Palabras dementes perdidas
en un paso abandonado del tiempo.
Un te quiero tergiversado,
llegado de otro mundo,
equivocado, perdido...
en sus letras no hallarás más
que la cordura que lo conformara antaño
abandonada a su propia locura.
Ya no recuerda a qué vino,
y se desgarra al son de su eco
envenenado de humores y sabores
que le atormentan en su propio recuerdo.
un destello improvisado
en tus ojos convirtió en lluvia,
lluvia de otoño, de verano, da igual,
de un tiempo que, de ayer a hoy,
se convirtió en triste anhelo desamparado.
Humano desamparo,
el de la verdad que no llega,
el de la verdad que no existe
más que en un corazón cansado.
Y qué podría suceder
si la verdad del malvado
convirtiera a la del bueno
en falsedades erigidas sobre barro.
Adiós Amor,
que te fuiste del mundo
huyendo del olor que despide
el humano descalabro.
Tengo el amor tan lleno
que no queda un pequeño hueco
reservado al derecho de admisión.
Y esquivando los charcos
en las calles grises de tristes adoquinados,
voy dejando mi reflejo en el agua de lluvia,
que lejos de haberlo purificado,
ha dejado el aire de melancolías impregnado.
No me vine resuelta y terminada.
Me vine a medias,
imperfecta e inacabada.
Cabalgando unos días a caballo
entre la tristeza y la monotonía.
Entre incoherencias me manejo.
Me hacen el amor notas musicales a diario.
¡Oh soledad, de fantasías llenas el inventario!
Te escribo estas palabras,
envueltas en músicas que no son mías,
a ti.
Te escribo estas palabras y tampoco son mías,
te las cogí y se vinieron conmigo en un descuido.
Y aquí, desde tu recuerdo secuestrada,
sé que nunca seré feliz,
hasta que de la mano te agarre y te rescate
de tu sueño eterno,
echado en el tronco de aquel álamo blanco,
desde donde intentas avisarme
que me vine a medias,
imperfecta e inacabada,
envuelto en la bruma
de mis sueños policromados.
No hallarás mala voluntad en los avatares del destino.
Nada te será entregado
hasta que el momento sea el adecuado.
No te creas desgraciado o mal aventurado,
porque en la línea cósmica que nos guía
todo está matemáticamente estructurado,
y los errores llegan
con tu libro de instrucciones personalizado.
No encontrarás mala fe en los hechos de los dioses,
pues cada instante de tu vida,
solo intenta convertirte en un árbol frondoso,
y que en el momento de tu partida
tus ramas conviertan el mundo en un lugar
hermoso y bien adornado.