Ayer era tan solo una niña.
Observo a los que tras de mí llegaron,
de mi sangre aunque extraños,
hoy ya hombres,
cuando ayer jugaban en mi regazo.
Imágenes de momentos pasados llegan,
y consciente de no haberlos disfrutado,
me dispongo diligente a retrasar
para repetirlos y, ahora sí, degustarlos,
la mortífera máquina,
y solo me topo con esa angustia que embarga
al querer deshacer la muerte del ser amado:
repetir un solo segundo atrás,
y lo real ya ha cambiado...
Solo consigues embestir contra un muro
imposible de destruir por ser, que no es divino,
sino solo humano.
Ayer era tan solo una niña,
y mi infancia, con sus afectos,
a veces, vuelven para recordarme
que no es mi vida,
sino tan solo un préstamo.
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