Tristeza propias y ajenas.
Vivir en un mundo donde nadie dice la Verdad.
¡Qué gastado está su nombre!
Quién la posee,
quién es su dueño.
Ella es libre y viaja anunciándose
solo a aquellos que la quieren escuchar.
Tristezas propias y ajenas.
Vivir en un mundo donde nadie dice la Verdad.
Vivir en un mundo donde nadie
asume su responsabilidad.
No la del otro, no,
eso no,
solo la propia.
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