No hay en mi vida un día sensato.
Lo busco, quizás, lo intento,
pero, lo cierto, es que
no hay en mi vida un día sensato.
Rebusqué entre la hojarasca
desdeñada del otoño, y
a cada paso me escupía la verdad
a la cara de forma descarada.
Que no soy yo,
la que ando a cada paso.
Que no soy yo,
la que busca un amparo.
Que no soy yo,
la que sola cada día
en la soledad suspira,
y que no sé ni por qué
roba horas al sueño
sin pagar condena.
No soy más que la máscara,
la que aprendió el papel
y lo representa cada día
con brillantez suprema.
No soy más que una pobre esclava,
de mis vientos, de mis palabras...
poco más que nada.
Muy bonita... y a huevo con nuestra conversación "bollera" de ayer tarde.
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