No todos los abrazos son iguales.
Hay abrazos que asfixian,
que retuercen y te ahogan en tu propio aliento.
Pero hay unos abrazos...
Hay unos abrazos gigantes,
inmensos y absolutos.
Abrazos que te llenan el pecho,
la sonrisa y hasta la cobija de aire fresco.
Abrazos que te acogen en el seno de un mundo abrigado y cálido,
donde el tiempo se detiene y el sonido cesa.
Me abrazas y me dejo abrazar,
y vamos más allá del entorno físico,
trascendemos las leyes del tiempo y del espacio
y nos sumimos en un abrazo universal.
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