No quisiera que mi lengua
deshiciera en palabras
lo que mi cuerpo dijo antes en desafios.
Caminando entre miradas furtivas,
a escotes indecentes,
a cordilleras prominentes.
De repente, un roce,
buscado o involuntario,
pero no por ello menos deseado.
Y falta la respiración.
Reservas insatisfechas
de recuerdos bien guardados
que nos dirigen a caminos poco transitados.
Y el corazón en el pecho que quiere volar.
Tras un juego invisible de disfrazada inocencia
la entrega, la liberación.
Y en un baile implacable de latidos y rencor,
la unión indeleble
en un deseo lóbrego donde se otorga el más oscuro yo.
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