Hay días
que amenazan con romperse.
Que te cuentan y te abroncan,
y que da igual si amanece o anochece,
porque con ellos un poco mueres.
Hay días
que se arriesgan y no amenazan,
y que ingenuamente prometen,
solo ingenuamente,
y la vida queda a medias,
fracasada en sus ideas.
Días que premeditadamente te engañan.
Brillan y aletean.
Espejismos nada más,
breves intentos de un anhelo
que nunca llega,
pues en tu tiempo no ha de llegar.
Días que se arrepienten
y te contagian,
entonces solo piensas en volver,
y volver... volver.
Hay días que solo amenazan.
Y a pequeños trocitos de humanidad
te vas rompiendo.
Porque hay días que amenazan.
Amenazan con romperte
serenamente el corazón.
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